El miércoles 30 de abril, el Rvdo. D. Miguel Varona Villar, que fuera párroco de Santiago y consiliario de nuestra cofradía, impartió una conferencia en la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila sobre «el Señor Vicario», como era popularmente conocido D. Luis Fernández Casado.
D. Miguel Varona, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos, glosó la figura de este insigne montillano de adopción que allá por 1927 fusionara la Cofradía del Santo Cristo de Zacatecas con la de las Ánimas Benditas del Purgatorio y que ejerció como párroco de Santiago Apóstol desde 1900 hasta su muerte en 1953.
La conferencia forma parte de una iniciativa parroquial por la que se pretende dar a conocer el legado del arcipreste D. Luis Fernández Casado y su decisivo papel en la Iglesia local y en la sociedad montillana del momento. Nuestro actual párroco D. Fernando Suárez ha querido así dar respuesta al expediente tramitado por la Corporación municipal por el que se pretende sustituir la denominación de la calle que lleva el nombre del arcipreste desde 1925, año en que se cumplió el 25º aniversario de su ministerio sacerdotal en Montilla, por el de Leonor Rodríguez «La Camacha».
Nuestra cofradía ha rubricado su adhesión a esta iniciativa que busca reconocer justamente los méritos de este Hijo Adoptivo de Montilla, Medalla de Oro de la Ciudad y miembro de la Orden Civil de Beneficencia a petición expresa del propio vecindario. «El Señor Vicario», cuyos restos descansan en la cripta de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, fue un sacerdote que, lejos de ser recordado por adscripción política alguna, dejó tras de sí una estela de entrega, generosidad y fecundo servicio pastoral y social, especialmente con los más necesitados.
Durante la conferencia, D. Miguel Varona desentrañó los más de 50 años de servicio a la Iglesia de Montilla de D. Luis. Nacido en Hinojosa del Duque el 21 de junio de 1872 y sacerdote desde 1895, promovió el establecimiento en nuestra ciudad de diversas instituciones educativas y sindicatos, que reivindicaron el papel de la mujer; la recuperación de antiguas hermandades, como la del Rosario, la Rosa, Jesús Preso y Jesús Resucitado; así como las devociones, hoy muy arraigadas, a San Francisco Solano y el entonces beato Juan de Ávila.
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