ZACATECAS
De carne de caña azteca…
Señor de la Vera Cruz
y Cristo de Zacatecas.
El Divino navegante
y El Dios del perfil extraño,
al que olvidaron los tiempos
y al que empolvaron los años.
Cuatro siglos de misterio
gritan desde tu retablo,
con un crujir de maderas
y un clamor de ecos amargos,
que le ponen voz al tiempo
y al silencio de tus labios.
Cuatro siglos, por la luz
de la sombra maltratado,
cansado, Cristo Jesús,
de tanta cruz y olvidado…
roto de vida y maltrecho
ensangrentándote el pecho
la llaga de tu costado.
¡Ay, las llagas de tu frente
y las llagas de tus manos
y las de tu espalda abierta
y en tus pies las de ese clavo…!
…y esa llaga que es el verte
con tu dolorosa muerte,
de injusticia coronado.
Llagas de Pasión vivida…
y ecos de dolor pasado
que atormentan mis adentros
con sus silencios gritando.
¡Ay, Señor de Zacatecas!
¡Modelo de Cristo Indiano!
¡Qué verdadera tu cruz
y que cierto tu calvario!…
¡Y qué imponente tu estampa
la noche del Martes Santo!
Piropo a la muerte viva,
poema en caña tallado
por una luna encendida
con brillo de candelabro.
Verde, pero verde serio
y negro de catafalco,
para ti que eres pionero
de los cristos montillanos.
Espejo de Cofradías
y en Montilla, gloria azteca,
hasta el final de sus días,
tú serás: El Zacatecas.
El Divino Navegante,
El Dios del perfil extraño…
…y ese que lleva en silencio
más de cuatrocientos años.
Jaime Luque
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