«No imaginábamos que el Año de la Fe diera tanto de sí. Cuando Dios nos anuncia una gracia nueva, hemos de abrirnos a la misma con toda esperanza, dispuestos a lo imprevisible. Y lo imprevisible sucede. El Año de la fe que clausuramos con la fiesta de Cristo Rey del Universo nos ha traído gracias abundantes que hemos podido constatar, además de otras muchas que no podemos verificar en este momento.» – Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

Se abría el Año de la Fe en pleno Sínodo de los Obispos (11 de octubre), que se había inaugurado con la proclamación de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal (7 de octubre). Todo el Año de la Fe ha coincidido con el primer año jubilar de San Juan de Ávila (que continúa hasta un trienio, otros dos años más). Una efeméride y la otra unidas, han dado la ocasión a todos los fieles, de peregrinar a Montilla, hasta el sepulcro del clericus cordubensis Juan de Ávila para obtener las gracias del jubileo, el perdón de Dios y la comunión con Dios y con los hermanos. Parroquias, familias, grupos de jóvenes, sacerdotes, seminarios enteros, obispos y cardenales, la Conferencia Episcopal Española en pleno. Miles y miles de personas han venido hasta el sepulcro del nuevo Doctor para invocar su intercesión, dar gracias a Dios por su doctorado y conocer más a fondo su doctrina y su estilo de vida. Realmente, Montilla se ha convertido en un foco de fe por ser el lugar de la vida, de la muerte y del sepulcro de San Juan de Ávila.

Esto nos ha brindado la ocasión de celebrar un Congreso Internacional acerca del Apóstol de Andalucía a finales de abril, reuniendo a grandes especialistas en el tema y convocando a un numeroso grupo de participantes. Así como ofrecer en el mes de octubre, al cumplirse el aniversario de su doctorado, un curso sobre la “Identidad del presbítero diocesano secular” a la luz de sus enseñanzas. La figura de este nuevo Doctor ha brillado con la luz de Cristo, alumbrando a todos los de la Casa.

Continuemos en la tarea de dar a conocer esta figura señera de la Iglesia por todos los lugares a donde peregrinan las reliquias de su corazón y acogiendo a todos los peregrinos que llegan hasta Montilla.