El Santo Cristo de Zacatecas es uno de los mejores exponentes del barroco colonial que llevaron los españoles a las Indias. De tamaño superior al académico y con una altura de 210 centímetros, la imagen está construida con una mezcla de fibras vegetales de caña de maíz y encolados.

La imagen fue donada a la Cofradía de la Santa Vera Cruz por el montillano Andrés de Mesa en 1576 y en ese momento pasó a presidir el altar mayor de la desaparecida Ermita de la Vera Cruz, uno de los templos más antiguos de la villa. El edificio, con tres naves y dos puertas, estaba situado en la cumbre de la cuesta de la Vera Cruz, donde había un llano o plaza con el mismo nombre y que hoy es conocida como Cuesta del Silencio.En 1720 se culminó el nuevo retablo mayor de la ermita, presidido por el Santo Cristo de Zacatecas.

Tal y como relata un manuscrito de la época, el pueblo decidió encomendarse a este crucificado en la primavera de 1727, tras una larga temporada de sequía; después de dedicar los solemnes cultos y con el cielo totalmente despejado, comenzó un desfile procesional por las calles de la localidad que se vio repentinamente interrumpido por una impresionante tromba de agua que obligó al cortejo a cobijarse en el convento de Santa Clara. La lluvia, que duró varios días, sació la sed que venían sufriendo desde hacía algunos meses los campos montillanos y que amenazaba seriamente los víveres para el año siguiente.

La Ermita de la Vera Cruz se vio sorprendida por la invasión francesa en 1809. Por ello, la cofradía tuvo que desalojar el templo urgentemente, trasladando las imágenes a la Parroquia de Santiago. Cuando los rebeldes franceses abandonar el templo de la Vera Cruz, lo expoliaron y lo redujeron a cenizas. En 1816, el Ayuntamiento y la Parroquia de Santiago deciden edificar un cementerio para la ciudad en el llano de la Vera Cruz, derribándose así lo poco que quedaba en pie de la ermita y la casa del sacristán.

Una vez que la venerable imagen del Señor de Zacatecas está en la Parroquia de Santiago, la cofradía de la Vera Cruz la ubica en una capilla que hasta entonces había presidido el Cristo de La Yedra y que se encontraba en el lateral del templo en que actualmente se encuentra el sagrario.

En el siglo XIX, la imagen sufrió el robo de su corona y de sus potencias de plata. Afortunadamente, la rápida intervención de la Guardia Civil hizo que el ladrón fuera apresado en el camino de Aguilar, cuando emprendía su huida hacia la localidad vecina. Como escarmiento, los agentes de la Benemérita obligaron al delincuente a entrar andando a Montilla, desde la calle Fuente Álamo y hasta la prisión, mostrando en sus manos la corona y las potencias que había pretendido robar.
Aprovechando unas reformas que se llevaron a cabo en el templo parroquial y que finalizaron en 1932, el Santo Cristo de Zacatecas es trasladado junto con su retablo, a la capilla que hasta entonces había sido del Santísimo o del Sagrario. A partir de entonces, la Cofradía pasará a denominarse “Cofradía de Ánimas del Señor de Zacatecas”, y se le empiezan a dedicar otros cultos, como un Quinario que tenía lugar los cinco viernes de Cuaresma.
Recién llegado a Montilla el consiliario de honor de la Cofradía de la Vera Cruz, Don Antonio León Ortiz, se sigue dedicando su quinario en Cuaresma durante algunos años. Aprovechando una reforma realizada en la parroquia después del Concilio Vaticano II, se decide suplir el tabernáculo que presidía el templo de estilo neoclásico y, en lugar de esta magnífica obra, se coloca la mesa de jaspe rojo de la sacristía. Asimismo, presidiendo el altar, se colgó al Santo Cristo de Zacatecas, donde permaneció hasta el año 2003, cuando fue ubicado por la Cofradía de la Vera Cruz en su capilla de la Parroquia de Santiago.

Si quieres conocer más detalles de la historia del Cristo de Zacatecas, puedes consultar el artículo «El Santo Cristo de Zacatecas, una imagen entre dos mundos: semilla de la fe de la vieja Europa y fruto del arte colonial de Nueva España».